La libre circulación del conocimiento
de Giancarlo Melini
Actualmente la civilización está viviendo lo que se llama la
“era de la información”. La humanidad ha innovado diferentes mecanismos
para compartir datos en cantidades y velocidades nunca antes imaginadas,
y esto con un crecimiento exponencial, casi imparable. Lo anterior ha
provocado que miles de millones de Gigabytes de información circulen libre y gratuitamente por la Internet sin que haya una manera efectiva de restringir esta fluidez.
Pero
la pregunta clave es: ¿Por qué restringir? ¿Acaso no es importante que
millones de personas alrededor del mundo tengan fácil y rápido acceso a
información gratuita que mejore sus vidas en forma sustancial? Gracias a
que la tecnología ha hecho sumamente viable el intercambio masivo de
información, los autores de diferentes obras artísticas y científicas
han perdido paulatinamente el control sobre la forma en que estas se
distribuyen, perjudicando entonces el derecho que los creadores tienen
de beneficiarse económicamente de sus ingeniosas creaciones. Tomando
como premisa que las personas actúan únicamente incentivadas por el
lucro, se puede deducir que si no existe una protección confiable hacia
la libre circulación de las obras y una segura garantía de retribución
económica, entonces nadie se sentirá motivado a innovar, y la
civilización entrará en una edad de oscuridad.
Antes de
iniciar la discusión en forma exhaustiva, es necesario definir la
Propiedad Intelectual en términos simples pero claros. La Organización
Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) la define como “toda
creación del intelecto humano. Los derechos de propiedad intelectual
protegen los intereses de los creadores al ofrecerles prerrogativas en
relación con sus creaciones”. Es decir, la propiedad intelectual es
el derecho que tienen un creador o inventor al uso y beneficio
exclusivo de la obra que produce. La Propiedad Intelectual es un bien
intangible, es un derecho abstracto y artificial originado y protegido
por un ordenamiento jurídico.
La Propiedad Intelectual
inicia en el Renacimiento, cuando en forma muy dispersa y no codificada
se trató de regular el control que tenían los autores sobre la
circulación de sus obras, así como la participación de las imprentas en
el proceso de distribución. Pero no fue hasta principios del siglo XVII,
en Inglaterra, cuando se dio el primer cuerpo jurídico codificado en
materia de propiedad intelectual con el Estatuto de la Reina de la Reina
Ana, el cual otorgaba a los autores de las obras el llamado copyright,
o exclusividad sobre la distribución para garantizar un beneficio
económico. Algunos atribuyen a este cuerpo legal el surgimiento de la
Revolución Industrial en Inglaterra a finales del mismo siglo XVIII, y
debido a la ferviente creencia de que el incentivo económico era la base
de la innovación, la normativa en materia de PI se fue perfeccionando a
partir de ello hasta nuestros tiempos, estando regulada extensamente a
nivel nacional e internacional. La idea era fomentar la creatividad y el
progreso mediante el incentivo de lucro, lo cual no era una noción
novedosa, ya se ha había concebido desde hacía siglos y se sigue
sosteniendo en la actualidad
Cabe decir que la realidad
tecnológica, económica y cultural del mundo es totalmente diferente en
nuestros días. Crear y distribuir una obra en tiempos de la revolución
industrial era caro, difícil y tardado. La creación de obras nuevas era
casi exclusiva a un grupo de gente extremadamente privilegiada que tenía
accesos a educación, información y conocimiento que era materialmente
escaso para la mayoría de gente. Ahora cualquier persona con acceso a
internet tiene a su disposición una cantidad virtualmente ilimitada de
información, y además existen diversas herramientas como software y hardware gratuitos
o muy baratos que facilitan la innovación. Es por ello que la
regulación de hace siglos puede resultar difícil de aplicar.
Con la llegada del código abierto o conocido en inglés como Open Source, se permite la utilización gratuita no solo de software sino
de prácticamente cualquier material (musical, audiovisual, científico,
técnico, artístico) ha provocado una nueva revolución, una ideología sin
precedentes en la que la motivación del ser humano para innovar ya no
es económica, sino el hambre de aprender, de descubrir nuevas cosas y al
mismo tiempo mejorar al mundo con ello. Lo anterior cuestiona la
necesidad de un sistema de protección de derechos intelectuales como
motor de la innovación, y hace necesario ahondar en la viabilidad de un
nuevo paradigma que permita la libre circulación de conocimiento y al
mismo tiempo fomente la innovación y la creatividad, dejando atrás la
era de la Propiedad Intelectual.
Es importante entender
que el conocimiento producido por la humanidad desde sus inicios, es
producto del esfuerzo colectivo de millones -o decenas de millones- de
personas que han contribuido sustancialmente -o banalmente- en la
obtención del mismo. Desde el descubrimiento del fuego y la invención de
la rueda, hasta la nanotecnología y la impresión 3D, las personas
detrás de esos avances siempre se han apoyado el trabajo previo que han
realizado otras personas. Lo han analizado, interpretado y manipulado
para adquirir conocimiento derivado del preexistente, por lo que no
sería justo -ni eficiente- restringir la capacidad de innovar con el
conocimiento que han adquirido los demás. Si el ánimo de lucro no fuera
una barrera, y en su lugar el incentivo de ver crecer a la humanidad
motivara los avances tecnológicos, todos y cada uno de los miembros de
la sociedad seríamos entonces científicos, inventores e innovadores, ya
que tendríamos fácil -y gratuito- acceso a los recursos educativos,
materiales y humanos para alcanzar dicho fin.
Aún cuando
lo anterior entra en conflicto con el actual orden económico, es
fundamental entender que la economía -en la connotación clásica,
marxista y neoclásica- es una pseudo-ciencia, y la manera en que genera
modelos de predicción no se basa en el método científico, por lo que no
es la herramienta adecuada para organizar a la sociedad o para asegurar
un futuro próspero y perdurable para la humanidad. Si el objetivo de la
humanidad es existir, y no sólo existir, sino hacerlo de manera
placentera, es necesario encontrar mecanismos que nos permitan
administrar de forma más eficiente los recursos que provee la tierra y
que son vitales para nuestra existencia, y la mejor herramienta para
hacerlo es mediante la adquisición sistemática y metodológica del
conocimiento, conocimiento que debe ser libre, de fácil acceso y en el
mejor de los casos gratuito para todos. Una sociedad de innovadores con
fácil acceso a recursos técnico-científicos es la mejor garantía para un
futuro más próspero no sólo para la humanidad, sino para todo ser vivo
que habita en la Tierra.
Diversos movimientos ya estudian
la posibilidad de cambiar el paradigma de la circulación del
conocimiento, a continuación algunos ejemplos:
Open Source http://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%B3digo_abierto
Creative Commons http://es.wikipedia.org/wiki/Creative_commons
Wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia
Pirate Bay http://es.wikipedia.org/wiki/Pirate_Bay