La raíz de todos los males
de Giancarlo Melini
¿De dónde
viene el mal?
"El
dinero es la raíz de todos los males", se dice popularmente, aseveración
que Ayn Rand -paladín del egoísmo y el interés personal- pretendió
insistentemente desmentir con el extenso discurso de Francisco D'Anconia,
personaje de su novela La
rebelión de Atlas. El dinero es el último paso en la evolución del
intercambio de bienes, es un amplificador de lo que ya se es, es un mecanismo
de distribución de recursos, es un simple medio que permite intercambiar valor
por valor, dijo. Si el dinero es la raíz de todo lo malo, entonces también lo
es de todo lo bueno, concluyó Rand. Aun cuando no comparto en lo más mínimo la
retórica de esta afamada -o infame- filósofa, no podría estar más de acuerdo:
el dinero no es la raíz de todos los males. El dinero sólo es un producto
derivado de un sistema productivo ideado para intentar resolver -sin éxito- el
"problema económico": los recursos son limitados y los deseos son
infinitos.
Pero si no
es el dinero, entonces ¿será Satán, Lucifer, Belcebú, el diablo, Satanás, el ángel caído el que siembra el mal en la
Tierra? Ésta ni siquiera debería ser una hipótesis, pero dado el estado de misticismo
y superstición en el que se encuentra el mundo moderno, es necesario tratar el
tema. La humanidad, con sus adelantos científicos y tecnológicos, todavía se
encuentra en su infancia en lo que a develar el origen del universo se refiere.
Aún cuando una vastedad de preguntas han sido contestadas mediante la
aplicación del método científico como herramienta para descubrir la verdad, una
infinidad de interrogantes prevalecen, y más en relación al origen de las leyes
naturales y funcionamiento del cosmos. Esa ignorancia abre la brecha para que
el pensamiento irracional -característico de eras oscuras- se adueñe del zeitgeist y se atribuyan explicaciones
sobrenaturales a fenómenos que no se comprenden. La raíz del mal es uno de
ellos. Diversas ideologías dogmáticas tratan de atemorizar al hombre con
demonios y espíritus que inducen al mal, pero cualquier persona que piense con
una pizca de racionalidad entenderá que no hay espacio para dichas
insensateces. No hay fuerza sobrenatural que cause la maldad, y punto. Elaborar
en esto es para otra entrada.
Ahora, si
el mal no es producto del dinero ni de lo sobrenatural, ¿lo será entonces de la
"naturaleza humana"? El humano es un ser inherentemente agresivo,
competitivo, intrínsecamente peligroso profesaba Freud. Los instintos humanos
debían ser restringidos con normas y convencionalismos sociales, reprimidos
para que el hombre no se dañe a sí mismo ni a los demás. Teoría similar sostuvo
siglos antes Hobbes, indicando que el Leviatán -Estado- debía ser la herramienta de
control por excelencia que mantuviera el sometimiento al orden para que la
civilización perdure con equilibrio social. Sin embargo, estudios
recientes en el campo de la neurociencia -ver a Sapolsky, Gilligan,
Mate y Wilkinson- sugieren que el ser humano puede ser categóricamente
condicionado por su entorno, y que a pesar de poseer consciencia, ésta se ve
enormemente influenciada por las circunstancias que le aquejan. Son muy
puntuales al indicar que, a pesar de la presencia de predisposición genética,
ésta necesita ser activada por el entorno para manifestarse. La famosa
"naturaleza humana" es esencialmente inexistente, el ambiente
-entorno, condiciones subyacentes- es el que forma la idiosincrasia del
individuo y define el comportamiento que exterioriza.
Vaya, pero
si el ser humano no es malo por naturaleza, ¿qué lo hace comportarse de forma
tan aberrante?
Algunos
incautos señalarían de forma precipitada que es el hambre de poder, la codicia
y el deseo de ser superior a quienes lo rodean lo que causa la
"maldad" -lo que sea que ésta signifique-. En dicho supuesto,
caeríamos entonces en un argumento circular, ya que sería válido cuestionar qué
es lo que hace que el ser humano querer ser todas las anteriores.
Me atrevo a
decir, sin el menor tinte de arrogancia, que la verdadera raíz de todos los
males que aquejan y han aquejado a la humanidad es la falsa noción de que en el
mundo no hay suficientes recursos para satisfacer las necesidades y deseos de
todos. Es en base a esa idea que se han diseñado los sistemas económicos
pasados, presentes y seguramente futuros, y también se han manipulado los
medios de producción. El famoso materialismo
histórico del que hablaba
Marx: que la forma en que el ser humano produce los recursos que necesita para
su subsistencia repercute crucialmente en todos los demás aspectos de su vida,
es notorio. La condición de escasez que ha acompañado al ser humano -y a todas
las demás especies- desde su origen es la devastadora raíz del "mal",
a mi humilde parecer. Esta idea de insuficiencia material es la que llevó al
biólogo inglés Herbert Spencer a acuñar la frase survival of the fittest (supervivencia del más apto) después
de haber leído El origen de
las especies de Charles
Darwin, estableciendo básicamente que es el organismo más fuerte, más voraz,
más ambicioso, que logra acumular más recursos, el que exitosamente se
procurará las condiciones necesarias para su supervivencia y la de sus
descendientes. Mientras tanto, los débiles están condenados a la perdición. Darwinismo social, premisa bajo
la cual se basa el sistema capitalista actual. Válgase quien pueda.
Es la
condición de eterna angustia, de incertidumbre, de privación, de desigualdad la
que causa que el ser humano sea codicioso, hambriento de poder y competitivo.
Son las actitudes anteriores las que conducen al ser humano a hacerse de lo que
necesita para sobrevivir en un mundo donde la satisfacción de los deseos está
sujeta a la supuesta -porque ya no es el caso- escasez de recursos vitales. La
guerra, la violencia y la pobreza son producto de la necesidad de hacerse de
recursos existentes únicamente para ciertos grupos privilegiados. Pero la guerra es obsoleta decía Buckminster Fuller. Los
seres humanos contamos con la capacidad técnica para proveer acceso a las
necesidades básicas a todo el mundo. Lo anterior es ilustrado con detalle en el
documental Paradise
or Oblivion (Paraíso o
perdición) de Jacque Fresco, creador del Proyecto
Venus. Los recursos de la Tierra deben administrarse técnicamente para
procurar acceso abundante para todos.
Si se
quieren buenas personas, hay que procurar que se desarrollen en buenas
condiciones. No es casualidad que los países en los que los recursos son más
escasos y están desigualmente distribuidos, los índices de violencia y crimen
sean mucho más altos. La delincuencia sólo responde a esa obvia realidad de
tener que hacer lo que sea necesario para hacerse de los medios para sobrevivir
en un ambiente de privación, hostilidad y escasez. La problemática es tan
fácilmente solucionable, como darle a la gente lo que necesita, como dice Peter Joseph en Zeitgeist:
Addendum y Zeitgeist:
Moving forward. Aunque lo
anterior suena sumamente utópico e inviable, es técnicamente posible si se
dejara de utilizar el sistema monetario/de mercados como mecanismo de
distribución de recursos. Esto haría revolcarse en su tumba a Von Mises
-paladín del orden espontáneo y el mercado como panacea. El problema con el
sistema de mercados es que es un mecanismo que tiene como objetivo administrar
la escasez, no le interesa crear abundancia ya que ésta es contraproducente
para su funcionamiento. En un mundo de recursos enteramente abundantes, los
mercados y el dinero simplemente serían obsoletos.
"El
mundo provee lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no la
codicia de uno solo" dijo Gandhi.
Es de vital importancia entender que las condiciones subyacentes son las que
determinan el comportamiento de las personas, inclusive el aberrante. El libre albedrío
es limitado al entorno, y si el entorno es hostil, es muy probable que el individuo
se torne hostil para enfrentarlo. Si creamos una sociedad con acceso suficiente
-o abundante- a recursos vitales y acabamos con la falsa noción de que no hay
suficiente para todos, habremos acabado con la raíz de todos los males.