El manifiesto del Acceso Abierto
de Aaron Swartz.
Traducción al español: Giancarlo Melini
La
información es poder. Pero como todo poder, siempre existen aquellos que lo
quieren todo para sí mismos. Toda la herencia científica y cultural del mundo
está siendo digitalizada y restringida por un puñado de corporaciones privadas.
¿Quiere leer los estudios que contienen célebres resultados en el área
científica? Necesitará enviar enormes cantidades de dinero a editores como Reed
Elsevier.
Existen
aquellos que luchan por cambiar esto. El Movimiento del Acceso Abierto ha
luchado valientemente para asegurar que los científicos no cedan sus derechos
de autor y en su lugar facilitar que su trabajo sea publicado en la Internet,
bajo términos que permitan que cualquiera tenga acceso a su trabajo. Pero
incluso bajo los mejores escenarios, su publicación sólo aplicará a trabajos
realizados en el futuro. Todo lo realizado hasta ahora se perdería.
Ese
es un precio muy alto para pagar. ¿Forzar a los académicos a pagar dinero para
leer el trabajo de sus colegas? ¿Scannear librerías enteras pero solo permitir el acceso a
la gente de Google? ¿Proveer artículos científicos a aquellos
que forman parte de las universidades de élite en el primer mundo, pero no a
los niños en el mundo en desarrollo? Eso es indignante e inaceptable.
“Estoy
de acuerdo” dirán muchos, “¿Pero qué podemos hacer? Las compañías tienen
control sobre los derechos de autor, ellos hacen enormes cantidades de dinero
cobrando por el acceso, y es perfectamente legal, no hay nada que podamos hacer para detenerlos.” Pero sí hay algo que podemos hacer, algo que ya
se está haciendo: luchar.
A aquellos
con acceso a estos recursos -estudiantes, libreros, científicos-, se les ha
dado un enorme privilegio. Ustedes tienen la oportunidad de alimentarse de este
banquete de conocimiento mientras el resto del mundo está excluido. Pero ustedes no necesitan -y desde luego, moralmente no pueden- conservar este privilegio sólo
para ustedes. Tienen el deber de compartirlo con el mundo. Y las herramientas que pueden utilizar para hacerlo son: contraseñas de intercambio de archivos con colegas, solicitudes de descarga de
archivos con amigos, etc.
Mientras
tanto, aquellos que han sido excluidos no se mantienen de brazos cruzados. Ellos
se han escabullido por agujeros y saltado cercas, liberando la información
restringida por los editores y repartiéndola con sus amigos.
Pero
toda esta acción cae en la oscuridad, escondida bajo la tierra. Se le llama
piratería, como si compartir la riqueza del conocimiento fuera moralmente
equiparable a asaltar un barco y asesinar a su tripulación. Pero compartir no
es inmoral -es un imperativo moral-. Solo aquellos cegados por la codicia se
rehusarían a dejar que un amigo haga una copia.
Las
grandes corporaciones, por supuesto que están cegadas por la codicia. Las leyes
bajo las cuales operan lo requieren -sus accionistas no se conformarían con
nada menos que eso-. Y los políticos han
sido sobornados por ellos, decretando leyes que les dan el poder exclusivo de
decidir quién puede hacer copias.
No
hay justicia derivada de leyes injustas. Es tiempo de salir a la luz y, en la
gran tradición de la desobediencia civil, declarar una oposición a este robo
privado de la cultura pública.
Necesitamos
extraer información, de donde sea que esté almacenada, hacer nuestras copias y
compartirlas con el mundo. Necesitamos tomar obras que están fuera del ámbito
de protección de los derechos de autor y adherirla al archivo. Necesitamos comprar bases de
datos secretas y colocarlas en la Internet. Necesitamos bajar diarios
científicos y subirlos a redes de distribución de documentos. Necesitamos
luchar para la Guerrilla del Acceso Abierto.
Con un número suficiente de nosotros, alrededor del mundo,
no sólo mandaremos un fuerte mensaje oponiéndonos a la privatización del
conocimiento, sino que haremos que eso sea cosa del pasado. ¿Te unirás a
nosotros?
Aaron Swartz
Julio de 2008, Eremo, Italia.
Aaron Swartz era un joven informático que participó activamente en la programación de Reddit.com, un sitio que permite la libre distribución de información. Además fue uno de los principales promotores del movimiento Creative Commons Se suicidó a la edad de 26 años después de una larga persecución por parte del gobierno de los Estados Unidos. Podía recibir una condena de hasta 50 años de prisión por haber hackeado una base de datos y publicado cientos de documentos científicos. La entidad titular de los derechos sobre dichos documentos no presentó cargos, pero el gobierno de EEUU lo persiguió de oficio para hacer un ejemplo de él.
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