martes, 24 de septiembre de 2013

Does wealth distort morals?

Does wealth distort morals?
by Giancarlo Melini



It is a common assumption that money corrupts people, even that “money is the root of all evil”, but to which extent is that actually true?

Many studies have been conducted regarding this matter, since it is important from an anthropological point of view, to understand how the socioeconomic system -specially the monetary system- affects the behavior of people and shapes their moral compass. The results have been extremely interesting, as explained further. The current economic model encourages people to pursue success trough the acquisition of property, competition and status recognition. Despite several studies indicating that money is only related to happiness to a very limited extent, the media keeps telling us that material abundance is the way to achieve true happiness. 

Because becoming rich is what this system puts on a pedestal, it is important to analize the psychologial impact that wealth has on the morals and behavior of people while interacting within a society. 

A study of the University of California Berkeley, in the USA, showed extremely surprinsing and disturbing results. People with money are not only most likely to cheat, lie, take advantage of others and break the law, but they actually feel entitled to do so because of their privileged position. Rich people -no matter their background- tend to disregard all the external factors that enabled them to become what they are, and instead credit their own individual skills and abilities for the success they achieve, even when it is evident that they received external support. Wealthy individuals see their morals altered since they have a sudden feeling of self-achievement, they feel superior and therefore the rules don't apply -or apply differently- to them. See the report here: 


Money on the mind

These results are extremely important in relation on how society functions nowadays. This sense of entitlement that becomes part of people once they have enough resources to become self-reliant, perpetuates an economic paradigm based on structurual inequality, which is very harmful for the individual and society in general, as Richard Wilkinson has pointed out in his work. Inequality is one of the root causes of violence and social stress, since it is common to have a natural agressive response when unfairness is intrinsic in the system and is a key element for it to function. Even animals have a sense of fairness, and they react in a very hostile manner when they receive an unequal pay for equal job, which is the modus operandi of the capitalist system. See this presentation: 


In a system where the rich are given a lot of advantages over the poor and they don't even acknowledge it, social mobility will be extremely rare and aggression will become part of the every day life, since it would be a mean to obtain the necessary resources for survival. The profit motive, competition, the acquisition of property and best self-interest as the core premises of an economic system must be outgrown in order to create a true just economy and equal access to vital -and non vital- resources for everyone. 

So, the next time you hear the phrase money changes people, be aware that it might actually be true. 

domingo, 15 de septiembre de 2013

La raíz de todos los males

La raíz de todos los males
de Giancarlo Melini

¿De dónde viene el mal? 

"El dinero es la raíz de todos los males", se dice popularmente, aseveración que Ayn Rand -paladín del egoísmo y el interés personal- pretendió insistentemente desmentir con el extenso discurso de Francisco D'Anconia, personaje de su novela La rebelión de Atlas. El dinero es el último paso en la evolución del intercambio de bienes, es un amplificador de lo que ya se es, es un mecanismo de distribución de recursos, es un simple medio que permite intercambiar valor por valor, dijo. Si el dinero es la raíz de todo lo malo, entonces también lo es de todo lo bueno, concluyó Rand. Aun cuando no comparto en lo más mínimo la retórica de esta afamada -o infame- filósofa, no podría estar más de acuerdo: el dinero no es la raíz de todos los males. El dinero sólo es un producto derivado de un sistema productivo ideado para intentar resolver -sin éxito- el "problema económico": los recursos son limitados y los deseos son infinitos.

Pero si no es el dinero, entonces ¿será Satán, Lucifer, Belcebú, el diablo, Satanás, el ángel caído el que siembra el mal en la Tierra? Ésta ni siquiera debería ser una hipótesis, pero dado el estado de misticismo y superstición en el que se encuentra el mundo moderno, es necesario tratar el tema. La humanidad, con sus adelantos científicos y tecnológicos, todavía se encuentra en su infancia en lo que a develar el origen del universo se refiere. Aún cuando una vastedad de preguntas han sido contestadas mediante la aplicación del método científico como herramienta para descubrir la verdad, una infinidad de interrogantes prevalecen, y más en relación al origen de las leyes naturales y funcionamiento del cosmos. Esa ignorancia abre la brecha para que el pensamiento irracional -característico de eras oscuras- se adueñe del zeitgeist y se atribuyan explicaciones sobrenaturales a fenómenos que no se comprenden. La raíz del mal es uno de ellos. Diversas ideologías dogmáticas tratan de atemorizar al hombre con demonios y espíritus que inducen al mal, pero cualquier persona que piense con una pizca de racionalidad entenderá que no hay espacio para dichas insensateces. No hay fuerza sobrenatural que cause la maldad, y punto. Elaborar en esto es para otra entrada.

Ahora, si el mal no es producto del dinero ni de lo sobrenatural, ¿lo será entonces de la "naturaleza humana"? El humano es un ser inherentemente agresivo, competitivo, intrínsecamente peligroso profesaba Freud. Los instintos humanos debían ser restringidos con normas y convencionalismos sociales, reprimidos para que el hombre no se dañe a sí mismo ni a los demás. Teoría similar sostuvo siglos antes Hobbes, indicando que el Leviatán -Estado- debía ser la herramienta de control por excelencia que mantuviera el sometimiento al orden para que la civilización perdure con equilibrio social. Sin embargo, estudios recientes en el campo de la neurociencia -ver a Sapolsky, Gilligan, Mate y Wilkinson- sugieren que el ser humano puede ser categóricamente condicionado por su entorno, y que a pesar de poseer consciencia, ésta se ve enormemente influenciada por las circunstancias que le aquejan. Son muy puntuales al indicar que, a pesar de la presencia de predisposición genética, ésta necesita ser activada por el entorno para manifestarse. La famosa "naturaleza humana" es esencialmente inexistente, el ambiente -entorno, condiciones subyacentes- es el que forma la idiosincrasia del individuo y define el comportamiento que exterioriza.

Vaya, pero si el ser humano no es malo por naturaleza, ¿qué lo hace comportarse de forma tan aberrante?

Algunos incautos señalarían de forma precipitada que es el hambre de poder, la codicia y el deseo de ser superior a quienes lo rodean lo que causa la "maldad" -lo que sea que ésta signifique-. En dicho supuesto, caeríamos entonces en un argumento circular, ya que sería válido cuestionar qué es lo que hace que el ser humano querer ser todas las anteriores.

Me atrevo a decir, sin el menor tinte de arrogancia, que la verdadera raíz de todos los males que aquejan y han aquejado a la humanidad es la falsa noción de que en el mundo no hay suficientes recursos para satisfacer las necesidades y deseos de todos. Es en base a esa idea que se han diseñado los sistemas económicos pasados, presentes y seguramente futuros, y también se han manipulado los medios de producción. El famoso materialismo histórico del que hablaba Marx: que la forma en que el ser humano produce los recursos que necesita para su subsistencia repercute crucialmente en todos los demás aspectos de su vida, es notorio. La condición de escasez que ha acompañado al ser humano -y a todas las demás especies- desde su origen es la devastadora raíz del "mal", a mi humilde parecer. Esta idea de insuficiencia material es la que llevó al biólogo inglés Herbert Spencer a acuñar la frase survival of the fittest (supervivencia del más apto) después de haber leído El origen de las especies de Charles Darwin, estableciendo básicamente que es el organismo más fuerte, más voraz, más ambicioso, que logra acumular más recursos, el que exitosamente  se procurará las condiciones necesarias para su supervivencia y la de sus descendientes. Mientras tanto, los débiles están condenados a la perdición. Darwinismo social, premisa bajo la cual se basa el sistema capitalista actual. Válgase quien pueda. 

Es la condición de eterna angustia, de incertidumbre, de privación, de desigualdad la que causa que el ser humano sea codicioso, hambriento de poder y competitivo. Son las actitudes anteriores las que conducen al ser humano a hacerse de lo que necesita para sobrevivir en un mundo donde la satisfacción de los deseos está sujeta a la supuesta -porque ya no es el caso- escasez de recursos vitales. La guerra, la violencia y la pobreza son producto de la necesidad de hacerse de recursos existentes únicamente para ciertos grupos privilegiados. Pero la guerra es obsoleta decía Buckminster Fuller. Los seres humanos contamos con la capacidad técnica para proveer acceso a las necesidades básicas a todo el mundo. Lo anterior es ilustrado con detalle en el documental Paradise or Oblivion (Paraíso o perdición) de Jacque Fresco, creador del Proyecto Venus. Los recursos de la Tierra deben administrarse técnicamente para procurar acceso abundante para todos. 

Si se quieren buenas personas, hay que procurar que se desarrollen en buenas condiciones. No es casualidad que los países en los que los recursos son más escasos y están desigualmente distribuidos, los índices de violencia y crimen sean mucho más altos. La delincuencia sólo responde a esa obvia realidad de tener que hacer lo que sea necesario para hacerse de los medios para sobrevivir en un ambiente de privación, hostilidad y escasez. La problemática es tan fácilmente solucionable, como darle a la gente lo que necesita, como dice Peter Joseph en Zeitgeist: Addendum y Zeitgeist: Moving forward. Aunque lo anterior suena sumamente utópico e inviable, es técnicamente posible si se dejara de utilizar el sistema monetario/de mercados como mecanismo de distribución de recursos. Esto haría revolcarse en su tumba a Von Mises -paladín del orden espontáneo y el mercado como panacea. El problema con el sistema de mercados es que es un mecanismo que tiene como objetivo administrar la escasez, no le interesa crear abundancia ya que ésta es contraproducente para su funcionamiento. En un mundo de recursos enteramente abundantes, los mercados y el dinero simplemente serían obsoletos. 

"El mundo provee lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no la codicia de uno solo" dijo Gandhi. Es de vital importancia entender que las condiciones subyacentes son las que determinan el comportamiento de las personas, inclusive el aberrante. El libre albedrío es limitado al entorno, y si el entorno es hostil, es muy probable que el individuo se torne hostil para enfrentarlo. Si creamos una sociedad con acceso suficiente -o abundante- a recursos vitales y acabamos con la falsa noción de que no hay suficiente para todos, habremos acabado con la raíz de todos los males.