miércoles, 17 de abril de 2013

La compra de la República


La compra de la República
de Giovanni Papini

En este mes he comprado una República. Capricho costoso que no tendrá continuaciones. Era un deseo que tenía desde hace mucho tiempo y del que he querido librarme. Me imaginaba que eso de ser el amo de un país daba más gusto.

La ocasión era buena y el negocio quedó concluido en pocos días. Al presidente le llegaba el agua hasta el cuello: su ministerio, compuesto por paniaguados(1) suyos, estaba en peligro. Las arcas de la República estaban vacías; imponer nuevos impuestos hubiera sido la señal para el derrocamiento de todo el clan que asumía el poder, tal vez de una revolución. Ya había un general que armaba bandas de rebeldes y prometía cargos y empleos al primero que llegaba.

Un agente norteamericano que estaba allí me advirtió. El ministro de Hacienda corrió a Nueva York: en cuatro días nos pusimos de acuerdo. Anticipé algunos millones de dólares a la República y además asigné al presidente, a todos los ministros y a sus secretarios unos estipendios dobles que los que recibían del Estado. 

Me han dado en prenda -sin que lo sepa el pueblo- las aduanas y los monopolios. Además, el presidente y los ministros han firmado un convenio secreto que, prácticamente, me da el control sobre toda la vida de la República. Aunque yo parezca, cuando voy allí, un simple huésped de paso, soy, en realidad, el amo casi absoluto del país. En estos días he tenido que dar una nueva subvención, bastante fuerte, para la renovación del material del ejército y me he asegurado, a cambio de ello, nuevos privilegios.

El espectáculo, para mí, es bastante divertido. Las cámaras continúan legislando, en apariencia libremente; los ciudadanos siguen imaginándose que la República es autónoma e independiente y que de su voluntad depende el curso de los acontecimientos. No saben que todo lo que ellos creen poseer -vida, bienes, derechos civiles- penden, en última instancia, de un extranjero desconocido para ellos, es decir, de mí.

Mañana puedo ordenar la clausura del Parlamento, una reforma de la Constitución, el aumento de las tarifas de aduanas, la expulsión de los inmigrantes. Podría, si quisiese, revelar los acuerdos secretos de la camarilla ahora dominante y derribar con ello al Gobierno, desde el presidente hasta el último secretario. No me sería imposible empujar al país que tengo en mis manos a declarar la guerra a una de las repúblicas limítrofes.

Este poder oculto, pero ilimitado, me ha hecho pasar algunas horas agradables. Sufrir todas las molestias y servidumbre de la comedia política es una fatiga tremenda; pero ser el titiritero que, tras el telón, puede solazarse tirando de los hilos de los fantoches obedientes a sus movimientos es un oficio voluptuoso. Mi desprecio por los hombres encuentra aquí un sabroso alimento y miles de confirmaciones.

Yo no soy más que el rey de incógnito de una pequeña República en desorden, pero la facilidad con que he conseguido adueñármela y el evidente interés de todos los enterados en conservar el secreto, me hace pensar que otras naciones, y bastante más grandes e importantes que mi República, viven, sin darse cuenta, bajo una análoga dependencia de misteriosos soberanos extranjeros. Siendo necesario mucho más dinero para su adquisición, se tratará, en vez de un solo dueño, como en mi caso, de un trust, de un sindicato de negocios, de un grupo restringido de capitalistas o de banqueros.

Pero tengo fundadas sospechas de que otros países son efectivamente gobernados por pequeños comités de reyes invisibles, conocidos solamente por sus hombres de confianza, que continúan representando con naturalidad el papel de jefes legítimos.

FIN

(1) Paniaguado: Protegido y excesivamente favorecido por alguien más. 

lunes, 15 de abril de 2013

El manifiesto del Acceso Abierto


El manifiesto del Acceso Abierto
de Aaron Swartz.
Traducción al español: Giancarlo Melini

La información es poder. Pero como todo poder, siempre existen aquellos que lo quieren todo para sí mismos. Toda la herencia científica y cultural del mundo está siendo digitalizada y restringida por un puñado de corporaciones privadas. ¿Quiere leer los estudios que contienen célebres resultados en el área científica? Necesitará enviar enormes cantidades de dinero a editores como Reed Elsevier.  

Existen aquellos que luchan por cambiar esto. El Movimiento del Acceso Abierto ha luchado valientemente para asegurar que los científicos no cedan sus derechos de autor y en su lugar facilitar que su trabajo sea publicado en la Internet, bajo términos que permitan que cualquiera tenga acceso a su trabajo. Pero incluso bajo los mejores escenarios, su publicación sólo aplicará a trabajos realizados en el futuro. Todo lo realizado hasta ahora se perdería.

Ese es un precio muy alto para pagar. ¿Forzar a los académicos a pagar dinero para leer el trabajo de sus colegas? ¿Scannear librerías enteras pero solo permitir el acceso a la gente de Google? ¿Proveer artículos científicos a aquellos que forman parte de las universidades de élite en el primer mundo, pero no a los niños en el mundo en desarrollo? Eso es indignante e inaceptable.

“Estoy de acuerdo” dirán muchos, “¿Pero qué podemos hacer? Las compañías tienen control sobre los derechos de autor, ellos hacen enormes cantidades de dinero cobrando por el acceso, y es perfectamente legal, no hay nada que podamos hacer para detenerlos.” Pero sí hay algo que podemos hacer, algo que ya se está haciendo: luchar.  

A aquellos con acceso a estos recursos -estudiantes, libreros, científicos-, se les ha dado un enorme privilegio. Ustedes tienen la oportunidad de alimentarse de este banquete de conocimiento mientras el resto del mundo está excluido. Pero ustedes no necesitan -y desde luego, moralmente no pueden- conservar este privilegio sólo para ustedes. Tienen el deber de compartirlo con el mundo. Y las herramientas que pueden utilizar para hacerlo son: contraseñas de intercambio de archivos con colegas, solicitudes de descarga de archivos con amigos, etc.

Mientras tanto, aquellos que han sido excluidos no se mantienen de brazos cruzados. Ellos se han escabullido por agujeros y saltado cercas, liberando la información restringida por los editores y repartiéndola con sus amigos.   

Pero toda esta acción cae en la oscuridad, escondida bajo la tierra. Se le llama piratería, como si compartir la riqueza del conocimiento fuera moralmente equiparable a asaltar un barco y asesinar a su tripulación. Pero compartir no es inmoral -es un imperativo moral-. Solo aquellos cegados por la codicia se rehusarían a dejar que un amigo haga una copia.   

Las grandes corporaciones, por supuesto que están cegadas por la codicia. Las leyes bajo las cuales operan lo requieren -sus accionistas no se conformarían con nada menos que eso-. Y los políticos han sido sobornados por ellos, decretando leyes que les dan el poder exclusivo de decidir quién puede hacer copias.

No hay justicia derivada de leyes injustas. Es tiempo de salir a la luz y, en la gran tradición de la desobediencia civil, declarar una oposición a este robo privado de la cultura pública.

Necesitamos extraer información, de donde sea que esté almacenada, hacer nuestras copias y compartirlas con el mundo. Necesitamos tomar obras que están fuera del ámbito de protección de los derechos de autor y adherirla al archivo. Necesitamos comprar bases de datos secretas y colocarlas en la Internet. Necesitamos bajar diarios científicos y subirlos a redes de distribución de documentos. Necesitamos luchar para la Guerrilla del Acceso Abierto.

Con un número suficiente de nosotros, alrededor del mundo, no sólo mandaremos un fuerte mensaje oponiéndonos a la privatización del conocimiento, sino que haremos que eso sea cosa del pasado. ¿Te unirás a nosotros?

Aaron Swartz

Julio de 2008, Eremo, Italia.

Aaron Swartz era un joven informático que participó activamente en la programación de Reddit.com, un sitio que permite la  libre distribución de información. Además fue uno de los principales promotores del movimiento Creative Commons Se suicidó a la edad de 26 años después de una larga persecución por parte del gobierno de los Estados Unidos. Podía recibir una condena de hasta 50 años de prisión por haber hackeado una base de datos y publicado cientos de documentos científicos. La entidad titular de los derechos sobre dichos documentos no presentó cargos, pero el gobierno de EEUU lo persiguió de oficio para hacer un ejemplo de él.   

jueves, 4 de abril de 2013

Somos

Somos
de Giancarlo Melini


Los libros que hemos leído, las maravillas que hemos avistado, la música que hemos escuchado, las personas con las que hemos conversado, las películas que hemos mirado, los disgustos que hemos aguantado,  los lugares que hemos visitado,  las alegrías que hemos gozado, las emociones que hemos experimentado, las tristezas que nos han afligido, los alimentos que nos han nutrido, la familia que nos ha cuidado, los impulsos que hemos controlado, las pieles que hemos acariciado, los besos que hemos robado, las carcajadas que hemos soltado, los amigos que hemos cultivado, los desafortunados que hemos ayudado, las lágrimas que hemos derramado, las mentiras que hemos admitido, los consejos que hemos aplicado, los fracasos que nos han golpeado, las injusticias que hemos combatido, los aromas que hemos olido, las calenturas que hemos apagado, los consuelos que hemos regalado, los enemigos que nos han aplaudido, las mañas que hemos aprendido, el conocimiento que hemos esparcido, la belleza que hemos contemplado, los genios que hemos admirado, los rostros que nos han impactado, los personajes que hemos conocido, las pruebas que hemos superado, los amores que nos han confortado, las travesuras que nos han excitado, las sonrisas que nos han deleitado, las reglas que hemos violado, los apetitos que hemos saciado, los cumplidos que nos han alentado, los suspiros que nos han sosegado, las frustraciones que hemos liberado, las metas que hemos alcanzado, la perspicacia que hemos adquirido, las tonterías que hemos tolerado, los deseos que hemos anhelado, la verdad que siempre buscamos, la utopía que siempre soñamos, el mundo en el que incansablemente luchamos, las esperanzas que nunca perdemos; eso y muchas cosas más, somos.