jueves, 26 de julio de 2012

¿Por qué Socialismo?


¿Por qué Socialismo? 
de Albert Einstein
Publicado en la primera edición de "Monthly Review, an independent socialist magazine" en mayo de 1949.
Traducción al español: Giancarlo Melini

¿Es aconsejable para uno que no es experto en problemas sociales y económicos expresar sus ideas sobre el socialismo? Creo por un número de razones que sí.

Primero consideremos la cuestión desde el punto de vista del saber científico. Pareciera que no hay diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptación general para un grupo circunscrito de fenómenos con el afán de hacer una interconexión de estos fenómenos de la manera mas clara y entendible. Pero en la realidad, esas diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en materia de economía se hace difícil, debido a la circunstancia de que los fenómenos económicos que se estudian son afectados por varios factores que son difíciles de evaluar separadamente. Además, la experiencia que se ha acumulado desde los comienzos del así llamado "período civilizado" de la historia de la humanidad, ha sido -como bien se sabe- enormemente influenciado y limitado por medios que no son de exclusiva naturaleza económica. Por ejemplo, la mayoría de los Estados a lo largo de la historia le deben su existencia a la conquista. Los conquistadores se establecieron ellos mismos, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se crearon para ellos mismos un monopolio de la propiedad sobre la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, en control de la educación, hicieron de la división social de las clases una instutución permanente y desde entonces crearon un sistema de valores en el que la gente se ha mantenido, en gran medida inconcientemente, guiada en su comportamiento social. 

Pero la tradición histórica es, por así decirlo, del ayer; en ningún lugar hemos superado lo que Thorstein Veblen llamaba "la fase depredadora" del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase, e inclusive esas leyes según lo que podemos derivar de ellas no son aplicables a otras fases. Debido a que el verdadero objetivo del socialismo es superar esa fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su presente estado arroja poca luz sobre la sociedad socialista del futuro.

Segundo, el socialismo está dirigido a un fin ético-social. La ciencia, sin embargo, no puede crear fines y, todavía menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia, en todo caso, puede proveer los medios para obtener ciertos fines. Pero los fines en sí mismos son concebidos por personalidades con elevados ideales éticos y -si estos ideales no han nacido muertos, sino vitales y vigorosos- son adoptados e impulsados por esos seres humanos que, medio inconcientes, determinan la lenta evolución de la sociedad.

Por estas razones, deberíamos estar al tanto de no sobreestimar la ciencia y el método científico cuando se trata una cuestión de problemas humanos; y no deberíamos asumir que los expertos son los únicos que tienen el derecho a expresarse en cuestiones que afectan la organización de la sociedad.

Innumerables voces han afirmado desde hace un tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, y que su estabilidad ha sido gravemente quebrantada.  Es característico de esa crítica situación que los individuos se sientan indiferentes o incluso hostiles hacia cierto grupo, pequeño o grande, al que ellos mismos pertenencen. Para ilustrar mi punto, déjenme recordar una experiencia personal. Recientemente discutí con in hombre inteligente y bien instruido sobre la amenaza de otra guerra, la que en mi opinión pondría en serio peligro la existencia de la raza humana, y yo comenté que sólo la existencia de un ente supra-nacional ofrecería protección de tal peligro. Seguidamente mi visitante, muy calmado y tranquilo, me preguntó: "¿Por qué estás tan profundamente en contra de la desaparición de la raza humana?"  

Estoy seguro que hace apenas un siglo nadie hubiera hecho una afirmación de ese tipo tan ligeramente. Esa es la afirmación de un hombre que se ha esforzado en vano en obetener un equilibrio dentro de él mismo y de alguna forma ha perdido la esperanza de lograrlo exitosamente. Es la expresión de la dolorosa soledad y el aislamiento de los que muchas personas sufren en estos días. ¿Cuál es la causa? ¿Se puede salir de ella?

Es fácil formular esas preguntas, pero es difícil contestarlas con algún grado de certeza. De cualquier forma debo tratar, de la mejor forma que pueda, aún cuando estoy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y oscuros sin poder expresarse en fórmulas fáciles y simples.

El hombre es, al mismo tiempo, un ser solitario y social. Como un ser solitario, busca proteger su propia existencia y la de sus allegados, satisfacer sus propios deseos y desarrollar sus habilidades innatas. Como ser social, busca el reconocimiento y afecto de los demás seres humanos, compartir sus placeres, apoyarlos en sus penas y mejorar sus condiciones de vida. Sólo la existencia de estos variados -frecuentemente en conflicto- esfuerzos cuentan para formar el carácter especial de un hombre, y su combinación específica determina la medida en que el individuo puede obtener un equilibrio interno y contribuir al bienestar de la sociedad. Es bastante posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones sean hereditarias. Pero la personalidad que finalmente emerge es formada por el ambiente en el que se encuentra la persona durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por las tradiciones de esa sociedad, y por su apreciación de tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto de "sociedad" significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus comtemporáneos y con gente de anteriores generaciones. El individuo es capaz de pensar, sentir, esforzarse y trabajar por y para él mismo; pero depende demasiado de la sociedad -en su existencia física, intelectual y emocional- que es imposible pensar en él o entenderlo fuera del marco de la sociedad. Es la "sociedad" la que provee al hombre de comida, ropa, techo, lenguaje, formas de razonamiento, y el contenido de ese razonamiento; su vida es posible por el trabajo y los logros de los varios millones de seres humanos pasados y presentes que están escondidos detrás de la pequeña palabra "sociedad".

Es evidente entonces, que la dependencia del individuo en la sociedad es un hecho de la naturaleza que no puede ser abolido -como en el caso de las hormigas o las abejas-. Sin embargo, en cuanto todo el ciclo de vida de las hormigas y abejas está arreglado hasta en su máximo detalle por instintos rígidos y hereditarios, el patrón social y las interrelaciones de los humanos son variables y bastante susceptibles al cambio. La memoria, la capacidad de hacer nuevas combinaciones, y el don de la comunicación oral han hecho posible un desarrollo entre seres humanos que no es dictado por necesidades biológicas. Ese desarrollo se manifiesta en tradiciones, instituciones, y organizaciones; en la literatura, en los logros científicos; en las artes. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su propia vida con su conducta, y que en este proceso el razonamiento consciente y los deseos tienen un papel.

El hombre adquiere al nacer, mediante la herencia, una constitución biológica que debemos considerar arreglada e inalterable, incluidas las urgencias naturales que son características de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad mediante la comunicación y otros tipos de influencias. Es esta constitución cultural la que, con el pasar del tiempo, está sujeta al cambio y la que determina en gran medida la relación que tendrá el individuo con la sociedad. La antropología moderna nos ha enseñado, mediante la investigación comparativa de las llamadas "culturas primitivas", que el comportamiento social de los seres humanos puede diferir en gran medida, de los patrones culturales predominantes y de los tipos de organización que prevalecen en la sociedad. Y es en esto en lo que descansan sus esperanzas los que se esfuerzan por mejorar la humanidad; los seres humanos no están condenados por su constitución biológica a aniquilarse unos a otros, a estar a la merced de la crueldad y de su autoinflingido destino.

Si nos preguntamos como la estructura social y la actitud cultural del hombre deberían cambiar para lograr que la vida humana sea lo mas satisfactoria posible, deberíamos estar constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como lo mencioné anteriormente, la constitución biológica del hombre, en aspectos prácticos, no es susceptible al cambio. Además, el desarrollo tecnológico y demográfico de los últimos siglos ha creado condiciones que vinieron para quedarse. En poblaciones asentadas relativamente densas, que tienen recursos que son indispensables para su existencia, la extrema división del trabajo y un aparato de producción altamente centralizado son absolutamente necesarios. El tiempo -que, viendo hacia atrás, resulta idílico- en el que los individuos o grupos relativamente pequeños podían ser completamente autosuficientes se ha ido para siempre. Es apenas una exageración decir que actualmente la humanidad constituye una comunidad de producción y consumo.

En este momento alcanzo el punto en el que voy a indicar lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestros tiempos. Concierne la relación del individuo con la sociedad. El individuo está mas consciente que nunca de su dependencia en la sociedad. Pero él no experimenta ésta dependencia como algo positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino mas bien como una amenaza a sus derechos naturales, o incluso a su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que lus impulsos egoístas de su constitución están siendo constantemente resaltados, mientras que sus impulsos sociales, que son naturalmente mas débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cual sea su posición en la sociedad, están sufriendo por este proceso de deterioro. Sin saberlo son prisioneros de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solitarios, y privados de el inocente, simple y poco sofisticado gozo de la vida. El hombre puede encontrar significado en la vida, siento ésta corta y peligrosa, dedicándose a la sociedad.

La anarquía económica de la sociedad capitalista como existe hoy en día es, en mi opinión, la verdadera razón de todos los males. Miramos ante nostros una enorme comunidad de productores, los cuales se esfuerzan incesantemente por privarse unos a otros de los frutos de su trabajo colectivo, -no por la fuerza, pero sí con la complicidad de un sistema de reglas legalmente establecido-. A este respecto, es importante notar que los medios de producción -por decir, la capacidad entera de producir bienes de consumo así como capital- podrían estar, y en su mayoría están, en manos de la propiedad privada de los individuos.

En aras de la simplicidad, en la discusión siguiente me referiré como "trabajadores" a aquellos que no comparten propiedad de los medios de producción -aunque esto no necesariamente corresponde al uso que por costumbre se le da al término-. El dueño de los medios de producción se encuentra en la posición de comprar el poder de producción del trabajador. Valiéndose de los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes de consumo que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial de este proceso es la relación entre lo que el trabajador produce y lo que se le paga, ambos medidos en términos del valor real. Mientras el contrato de trabajo sea "voluntario", lo que el trabajador devenga es determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesdades mínimas y por los requerimientos del capitalista con respecto a la fuerza de trabajo que necesita, además también del número de trabajadores compitiendo por las plazas. Es importante entender que incluso en la teoría el pago del trabajador no es determindo por el valor del bien que produce.

La propiedad privada tiende a concentrarse en unas pocas manos, en parte por la competencia entre capitalistas, y por otra parte porque el desarrollo tecnológico y su creciente división del trabajo fomenta la formación de unidades de producción más grandes a costa de las más pequeñas. El resultado de estos eventos es una oligarquía de capital privado con un enorme poder que no puede ser fiscalizado ni siquiera por una sociedad política organizada democráticamente. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, grandemente financiados o influenciados por el capital privado que, por razones de utlidad, separan las aspiraciones de los electores del actuar de los legisladores. El resultado es que los representantes del pueblo en realidad no protegen los intereses de los sectores menos privilegiados de la población. Además, bajo esas circunstancias, los capitalistas inevitablemente controlan, de forma directa o indirecta, los principales medios de comunicación (la prensa, la radio, la educación). Es entonces demasiado difícil, y desde luego en la mayoría de los casos casi imposible, que el ciudadano particular forme conclusiones objetivas y haga uso inteligente de sus derechos políticos.

La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital se caracteriza por dos principios: primero, los medios de producción (el capital) es propiedad privada y los dueños disponen de ellos como mejor les parezca; segundo, el contrato de trabajo es "voluntario". Por supuesto, en este sentido no existe una sociedad puramente capitalista. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de largos y amargos esfuerzos políticos, han logrado exitosamente asegurar una forma mejorada del "contrato de trabajo voluntario" para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no difiere mucho del capitalismo "puro".

La producción es realizada en función de su rentabilidad, no de su utlilidad. Nada garantiza que todos aquellos con capacidad y disposición para trabajar encuentren un empleo; un "ejército de desempleados" es casi siempre existente. El trabajador tiene un miedo constante de perder su trabajo. Debido a que los desempleados y subempleados no son un mercado lucrativo, los bienes de consumo les son restringidos, y gran malestar y privación es la consecuencia. El progreso tecnológico frecuentemente resulta en mayor desempleo, en lugar de hacer mas fácil la carga de trabajo para todos. El incentivo de lucro, aparejado con la competencia entre capitalistas, es responsable por la inestabilidad en la acumulación y utilización del capital que llevan a cada vez mas severas depresiones. La competencia ilimitada conlleva a un enorme gasto de trabajo, y al quebrantamiento de la consciencia social que mencioné previamente.

Este quebrantamiento del individuo es lo que considero el mayor mal del capitalismo. Nuestro sistema educacional entero sufre de este mal. Una exagerada cultura de competencia es inculcada en el estudiante, que está entrenado a glorificar el éxito en la adquisición de bienes como una preparación para su futura carrera.

Estoy convencido de que hay un solo camino para erradicar todos estos males, y es mediante el establecimiento de una economía socialista, acompañada de un sistema educativo que debería estar orientado a objetivos sociales. En dicha economía, los medios de producción son propiedad de la sociedad misma y son utlizados de una forma ordenada y planificada. Una economía planeada, que ajusta la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo para que sea realizado por todos aquellos que están en capacidad de hacerlo, y garantizaría el sustento de todo hombre, mujer y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias habilidades innatas, intentaría desarrollar en él un sentido de responsabilidad para con su prójimo en lugar de la glorificación al poder y al éxito, que está presente en la sociedad del presente.

De cualquier forma, es necesario recordar que una conomía planeada no es todavía socialismo. Una econmía planeada como tal puede estar acompañada de la esclavitud total del individuo. El logro del socialsmo requiere la solución de problemas socio-económcos extremadamente difíciles: ¿Cómo es posible, en vista del largo alcance del poder económico y político centralizado, prevenir que la burocracia se convierta en un ente todopoderoso y omnipotente? ¿Cómo puede asegurarse la protección los derechos de los individuos y con ello lograr un control democrático sobre el aparato burocrático?

La claridad acerca de los objetivos y problemas del socialismo son de gran importancia en nuestra época de transición. Debido a las presentes circunstancias, la libre y desinhibida discusión de estos temás se ha vuelto un tabú, considero que la fundación de esta revista es un enorme servicio público.   

Albert Einstein

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